Una experiencia, un cúmulo de sensaciones y vivencias particulares que deja entrever una situación a nivel global muy real. Donde las arenas del Sáhara se diluyen hasta desaparecer y dejar paso a las sabanas habitables, donde se encuentran y conviven culturas muy diferentes, se sitúa Kaedi, ciudad de contrastes.
No hay leyes; la respuesta habitacional que se hace necesaria frente a las notables carencias está libre de toda preexistencia o regla impuesta. El proyecto de 273 viviendas fomenta los valores principales de este lugar, donde la vivienda no se reduce a los límites que la conforman, sino que acaba extendiéndose a la parcela, a la calle, e incluso a la casa de enfrente.
No nos corresponde tomar las decisiones últimas del habitante sobre SU casa, como sucede con la “individualización de las masas” hacia la que a menudo tendemos. La mejor manera de hacer una casa para un individuo es que la sienta suya, proporcionándole un aprendizaje para que, desde una determinada fase del proyecto (sólo así se garantizará un buen resultado) éste la construya, utilizando todo tipo de métodos y técnicas para la utilización de los materiales tradicionales y asequibles. Lo importante son los procesos, no tanto el resultado final. No se puede definir la arquitectura de este lugar mediante plantas o secciones, sino a través de ensayos y pruebas, manteniendo así su espontaneidad y diversidad. ¿Quiénes somos nosotros para acabar con esto?
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